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Desde Cuadernos de Historia os deseamos unas Felices Fiestas y un Próspero Año
2016 lleno de Paz, Felicidad, Salud y todas esas cosas que hacen de este mundo
un sitio mejor.
Debo reconocer que me he emocionado un poco
al escribir esta entrada en el Blog ya que nos enfrentamos a una de las
contiendas más terribles y horribles de la historia bélica mundial, donde se registraron
más de 10 millones de muertos y 20 millones de heridos entre los combatientes.
Los datos de las víctimas civiles directas o indirectas son muy difíciles de
establecer. Posteriormente, por desgracia, la Segunda Guerra Mundial nos dejaría
sin palabras en el número de víctimas y barbaridades, pero esa es otra
historia.
Ahora nos trasladamos al 24 de Diciembre de 1914 y la llamada "Tregua de Navidad". Este fue uno de los fenómenos
más inesperados de la Primera Guerra Mundial, la más cruenta vivida hasta
entonces.
Corrían por entonces momentos de gran
dureza, pues Alemania había invadido Bélgica en julio con el objetivo de
llegar hasta París y había sido detenida por británicos y franceses a cambio de
una tremenda cantidad de bajas. El frente se estancó. La situación no mejoró
con la llegada del invierno, éste trajo consigo lluvias, nevadas y una
ingente cantidad de enfermedades en las trincheras, inundadas y comidas por
los insectos.
Al no poder avanzar ninguno de los
dos bandos sobre territorio enemigo, los días previos a Navidad la nostalgia
se extendió entre los combatientes al
estar lejos de sus familias en fechas tan señaladas. Los altos mandos militares
redoblaron sus esfuerzos para que el correo pudiera llegar a tiempo hasta las
trincheras y los soldados sintieran, aunque fuera mediante pequeños regalos
como tabletas de chocolate o cigarros, el calor de sus seres queridos.
No hacía ni cinco meses del estallido de la
Primera Guerra Mundial y se produjo un hecho insólito en el frente occidental.
En algunos lugares puntuales los soldados aliados se vieron sorprendidos al
aparecer en las trincheras alemanas que tenían
delante árboles de Navidad y al escuchar a los soldados enemigos entonar
villancicos. Los soldados respondieron cantando villancicos en inglés. Al día
siguiente, soldados de ambos bandos, alemanes
por un lado e ingleses por otro y en
menor medida franceses treparon las trincheras y confraternizaron con el
enemigo en la “Tierra de Nadie”. Se estrecharon las manos, se felicitaron las
Pascuas, se intercambiaron regalos como tabaco o periódicos e incluso llegó a
jugarse algún partido de fútbol amistoso. Los altos mandos, enfurecidos por lo
que acontecía, mandaron órdenes de abortar inmediatamente cualquier acto
amistoso. El día 26 se reiniciaron las hostilidades.
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Gracias.
Fuerteventura, 24 de Diciembre de 2016
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